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 "LAETARE" "ALÉGRATE"

Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz respondía a uno de los hijos de Dios que le había escrito para revelarle todos sus fracasos, todo lo que había hecho mal en sus propios esfuerzos por amar a Dios. Teresa le responde a él... y a nosotros ...... No nos fijemos en lo que hemos hecho nosotros, sino en lo que Dios ha hecho durante nuestro camino cuaresmal hacia Él. 

Su consejo debe hacernos reflexionar. 

Recordamos nuestras promesas de corazón el Miércoles de Ceniza.

Miramos nuestro esfuerzo, nuestra promesa del Miércoles de Ceniza de mantener nuestro tiempo disciplinado de oración. Nos sentimos profundamente desalentados por la superficialidad de nuestra fidelidad a Él. 

¿Qué ha estado haciendo Dios? En nuestro aparente fracaso a nuestra promesa de oración, el Señor Espíritu nos ha estado enseñando que Él es el Único que gentilmente inspira y da poder y mueve nuestra alma, no sólo en nuestro poder para orar sino en nuestro mismo deseo de orar.

¿Qué ha estado haciendo Dios? Dios nos ha estado dando una gracia asombrosa... la pobreza de espíritu.

"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos" (Mt 5).

Donde está el don, también está el Dador.         

                   LAETARE.. "Alégrate, muy favorecida, el Señor está contigo" (Lc 1,28).

"El recuerdo de mis faltas me humilla, me lleva a no depender nunca de mis fuerzas que no son más que debilidad, pero este recuerdo me habla aún más de misericordia y de amor" (Cartas de Teresa de Lisieux).

                LAETARE.... "Alegraos siempre en el Señor. Lo repetiré: Alegraos" (Flp 4,4). (Flp 4,4).

Dios no derrama su amor misericordioso con medida. El suyo es un tsunami de amor, ternura y misericordia que no calcula. Es un amor "sumamente gratuito e inmerecido, pero también particular y personal", y Su mirada penetra en un alma que no quiere resistirse jamás a Su gracia. Esta es "la humildad del amor, y la naturaleza del amor es humillarse a sí mismo". Dios, Señor, Amor, Humildad, se acomoda "según nuestra naturaleza individual y nuestras circunstancias."

               LAETARE..... "Alegraos siempre, orad sin cesar, dad gracias en toda circunstancia; porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús" (1 Tesalonicenses 5:16-18).

Tal vez nos hayamos sentido cegados durante este tiempo cuaresmal por distracciones que no se acallan; o por un orgullo espiritual que justifica nuestro juicio sobre los demás; o agobiados por circunstancias que nos hacen preguntarnos si Dios nos ha abandonado; o sintiendo que debe de estar disgustado con nosotros. Santa Teresita nos enseña algo que sólo el Amor podría haberle revelado como resultado de su propia noche oscura de profundo sufrimiento físico, espiritual y emocional que Dios le permitió soportar todo al mismo tiempo: "Estad seguros de que (el Señor) tiene todas las perfecciones que se puedan desear, pero, si me permitís decirlo, tiene una gran debilidad: ¡es ciego! Y hay una rama del conocimiento que ignora: las matemáticas. Si viera con claridad y llevara bien las cuentas, la vista de nuestros pecados le haría aniquilarnos. Pero no, su amor por nosotros le hace positivamente ciego".

Este domingo de Laetare, tal vez podamos contemplar con asombro ese momento asombroso de Juan 9:1-41 en el que Jesús Señor hace que el ciego vea. Nuestro Salvador está dejando claro exactamente lo que quiere decir cuando proclama Su Reino que "los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos se curan, los sordos oyen, los muertos resucitan y la Buena Noticia se anuncia a los pobres" (Lucas 7:22).

Estamos de pie, ciegos a Su Presencia en nuestra purificación cuaresmal, y como el hombre atado, nuestros brazos buscadores y sin dirección y frenéticos están extendidos, nuestros dedos a tientas intentan tocarle. Si nuestros ojos espirituales se abrieran, estaríamos mirando los Suyos, llenos de amorosa compasión porque Él nunca ha dejado de estar Presente para nosotros.

 LAETARE....Rejoice..... 

"El Señor tu Dios está contigo, el Guerrero Poderoso que salva.
Se complacerá en ti; en su amor ya no te reprenderá, sino que se alegrará de ti.
ya no te reprenderá, sino que se alegrará de ti con cánticos" (Sof 3,17).

Y así, podemos estar al lado de nuestra Amada Madre, María. Ella agarrará nuestros dedos rígidos, tirará de nuestros brazos sin dirección por encima de nuestras cabezas, inclinados en doloroso arrepentimiento, y nos invitará a unirnos a ella cantando su propio glorioso canto de regocijo:

"PROCLAMA MI ALMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR Y MI ESPÍRITU SE ALEGRA EN DIOS MI SALVADOR, PORQUE HA MIRADO CON AGRADO MI HUMILDAD".

Nos convertimos en una de esas generaciones que la llamarán bienaventurada. Y daremos a Dios, Padre, Hijo, Espíritu un profundo deleite.


                                                 LAETARE REJOICE.


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